Este año 2020, por culpa del coronavirus, la Covid-19, no teníamos muy claras cómo serían las vacaciones de este verano, pues de hecho, hasta la tercera semana de junio, en Madrid, donde vivimos, teníamos prohibidos los movimientos a otras comunidades. Pero llegó julio, y sin tener nada claro, y ni una ruta definida, ni alojamientos reservados, nos lanzamos a la carretera con nuestro propio coche para hacer un roadtrip, que ha durado 30 días en los que hemos recorrido unos 5.900 kilómetros.
Antes de saber si podríamos viajar este verano, señalé en un mapa un montón de puntos desde Galicia a los Pirineos catalanes, pasando por Asturias, Cantabria, Navarra, Huesca, Lleida y Girona, y del sur de Francia que quería visitar. ¿Pero hacia dónde tirar? ¿Por dónde empezar?
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Cómo diseñamos la ruta
Poco antes de acabar junio, volvían a desaparecer las fronteras entre países de la Unión Europea, y dado que julio es el mes de la floración de la lavanda, una planta que me encanta y que se cultiva en la Provenza, decidimos ir en nuestras primeras vacaciones de la era Covid cruzar a Francia para conocer esa zona. Ya habíamos conocido la Provenza española, pero tenía ganas de conocer la original, la francesa.
Como de Madrid a la Provenza hay muchos kilómetros, decidimos en camino parar un par de días en Tossa de Mar, en la Costa Brava, y así de paso, descubrir algunos sitios que no conocimos en nuestro anterior viaje a esa zona, así como aprovechamos también para conocer los campos de lavanda de Lleida, que son muy pequeñitos.
En la Provenza pasamos seis días, descubriendo los preciosos campos de lavanda y los pueblecitos de postal que hay en esa zona. Al acabar nuestra estancia en la Provenza, no sabíamos si volver ya a España o seguir en Francia. Finalmente nos decantamos por la Costa Azul, y durante cuatro días disfrutamos de las playas y de las glamourosas Cannes y Niza y nos apuntamos un nuevo país: Mónaco.
Después de estos días en Francia, decidimos continuar nuestras vacaciones de la era Covid en España, para descubrir rincones de nuestro bello país.
Hacía tiempo que tenía los Pirineos en mi lista de destinos soñados, así que continuamos nuestro roadtrip por la provincia de Girona, donde pasamos dos días, para conocer la Vall de Núria y montar en el tren cremallera, uno de los dos únicos que existen en España.
No teníamos claro si pasar por la provincia de Lleida, porque durante nuestro tiempo en Francia, se había producido un gran rebrote en esa provincia y la capital se encontraba confinada. Pero tras consultar con la oficina de turismo de la Vall de Boí, y asegurarnos que allí no había ningún problema con el coronavirus, tiramos para allí, para visitar las iglesias del románico de la zona que hacía años que quería conocer. Aquí también pasamos dos días.
Nuestros siguientes puntos en el mapa estaban en los Pirineos de Huesca… Pero mientras tanto, la ciudad de Huesca y algún que otro sitio cercano había retrocedido a Fase 2 por un fuerte rebrote. De nuevo consultamos con Turismo de Aragón, y nos comentaron que la zona del Valle de Ordesa y del Valle del Tena, que eran las que queríamos visitar, estaban a muchos kilómetros de distancia de la zona afectada y que allí no había ningún rebrote, ni les afectaba el retroceso a la Fase 2.
Así que con esas nos dirigimos al Valle de Ordesa, donde pasamos cuatro días. Después, decidimos seguir un poco más por los Pirineos de Huesca, para conocer el Valle del Tena, por lo que reservamos en otro alojamiento durante otros tres días.
Nuestra primera intención, cuando salimos de casa, era descubrir el Valle del Baztán, en Navarra, después de los Pirineos, pero tras muchos días ya por la montaña, echábamos de menos el mar, por lo que decidimos seguir nuestra ruta por Cantabria.
Ya habíamos estado en otras ocasiones más, pero aún nos quedaban sitios por descubrir. En principio, cogimos alojamiento por tres días… Pero al estar tan a gusto en Cantabria, decidimos quedarnos otras tres noches más y finalizar nuestras vacaciones en esta preciosa región.
Por el coronavirus, toda la ruta ha sido improvisada. Los alojamientos los reservábamos a través de Booking y de Airbnb el mismo día de llegada, solo unas horas antes de llegar al nuevo destino. Tan solo el alojamiento de la Provenza, lo reservé tres días antes de llegar.
Entre marzo y julio, habíamos tenido que cancelar dos viajes por el coronavirus, por lo que para el verano no nos atrevíamos a reservar nada con antelación. Es más, por miedo a posibles confinamientos y rebrotes, preferimos no hacer reservas para poder modificar la ruta en función de la evolución de la pandemia.
Además, después de haber sufrido cancelaciones de varios vuelos por la pandemia (y estar esperando a recuperar el dinero de esos vuelos), tampoco queríamos coger ningún avión, sobre todo por miedo a cancelaciones. Teníamos claro que cualquier viaje que hiciéramos, lo haríamos con nuestro coche, porque te da total libertad.
Otra cosa importante para nosotros en este primer viaje post-confinamiento era alojarnos en apartamentos y casas rurales, por dos razones: para evitar el contacto con otros clientes en las zonas comunes y también para poder hacer nuestras comidas allí.
Situación en Francia
Nos sorprendió descubrir que en Francia apenas usan la mascarilla, a pesar de que el país vecino tiene más fallecidos por la Covid-19 que en España. Allí vimos que lo vivían como si no pasara nada, o como si no existiera el coronavirus. También parecía que la distancia de seguridad no va con ellos.
Bien es cierto que encontrabas geles hidroalcohólicos en todos los establecimientos y muchos carteles recomendando el uso de la mascarilla, pero salvo en dos o tres lugares contados, no era realmente obligatorio. De hecho, nadie te decía que usaras el gel antes de entrar, o la mascarilla. Y en algún sitio que era obligatorio, como en los mercados provenzales, que son muy típicos por allí, la gente se saltaba la medida ante la pasividad de la propia policía.
Aun así, nosotros decidimos usar la mascarilla siempre, como hubiéramos hecho en España, y usábamos el gel hidroalcohólico al entrar y salir de los establecimientos.
Situación en España
Desde que llegamos a España, notamos el cambio con el tema de mascarillas. En todas las provincias que hemos visitado, se había instaurado el uso obligatorio de la mascarilla en toda las circunstancias.
No hemos encontrado grandes afluencias de gente. Si acaso había algo más en la zona de Ordesa, pero según nos fueron comentando, no era ni muchísimo menos como otros veranos. De hecho, lo que habíamos hecho nosotros de reservar sobre la marcha, cualquier otro verano, habría sido imposible.
Y aunque el uso de la mascarilla es obligatorio en todas partes, hemos notado que en Ordesa, en el parque nacional, eran muchos los que no la usaban.
En la Vall de Boí es tal vez donde más en serio se tomaban las medidas de seguridad anti-Covid, había geles hidroalcohólicos por todas partes, que se aseguraban de que te aplicaras antes de entrar. No facilitaban ningún tipo de documento, como planos, en papel. También en Huesca, había muchos sitios en los que no te daban planos por motivos de seguridad.
En Cantabria, donde hemos encontrado más gente en Santillana de Mar, que es uno de los pueblos más turísticos de la región. Pero no había mucho turismo en general, pues no hemos tenido que esperar grandes colas para visitar la neocueva de Altamira, montar en el teleférico de Fuente Dé y entrar al Parque de Cabárceno, algunos de los lugares más visitados de Cantabria.
En la playa, tanto en la Tossa de Mar, como en Cantabria, se respeta la distancia de seguridad. Además, hemos encontrado las playas bastante vacías para ser un mes de julio. No había controles de acceso, ni marcaciones en la arena con los lugares a ocupar.
Conclusiones de las vacaciones en tiempos de Covid
Este primeras vacaciones post-Covid improvisado ha salido mucho mejor de lo esperado. No hemos tenido problemas para reservar sobre la marcha y hemos podido hacer y visitar los sitios que queríamos, sin esperar colas. Nos ha gustado mucho la libertad de ir decidiendo la ruta según avanzábamos.
Los 15 mejores momentos de las vacaciones improvisadas por la Covid-19:
- Disfrutar del colorido y el embriagador olor de los campos de lavanda de la Provenza
- Ver los pueblecitos de postal de la Provenza
- Recorrer con nuestro coche el circuito de Fórmula 1 de Mónaco
- Pasear por Cannes como las estrellas de cine
- Subir a uno de los dos únicos trenes cremallera que hay en España en la Vall de Núria
- Visitar las impresionantes iglesias del románico de la Vall de Boí
- Montar a caballo en los Pirineos
- Quedarse con la boca abierta con la grandiosidad del Parque Nacional de Ordesa
- Montar en el tren de Artouste, el trenecito turístico a más altura de Europa
- Divertirse entre árboles en el Parque de Biescas Aventura
- Ver a los animales del Parque de Lacuniacha y de Cabárceno
- Impresionarse con las estalagmitas y estalagtitas de la Cueva de El Soplao
- Descubrir las preciosas playas que tiene Cantabria (nos ha costado unos cuantos viajes a esa región descubrirlas)
- Perderse en el laberinto de Villapresente
- Recorrer algunos de los Pueblos Más Bonitos de España: Bárcena Mayor, Potes, Aínsa, Liérganes y Santillana de Mar
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