El día que vi en un reportaje que las islas Cíes, en Galicia, tenían unas playas que no solo estaban en el top ten de las playas más bonitas del mundo, sino que era la número uno, decidí que tenía que ir a comprobarlo in situ más pronto que tarde, y eso que no soy muy amiga de la playa. Pero ese agua azul turquesa y su fina arena que parecían una estampa más propia de las playas del Caribe o de Tailandia me enamoraron por completo. Cuando decidimos ir a las Rías Baixas aprovechando los cuatro días libres que teníamos en el trabajo, volvieron a mi mente las fotografías de las Islas Cíes y le dije a Gustavo que el resto del tiempo me daba igual lo que visitáramos, pero que un día teníamos que hacer una excursión a esas islas. Estaba embarazada de Iris de cuatro meses, así que no hubo discusión.