Seguimos con los relatos de nuestro roadtrip por Israel por libre y en familia. Tras dejar Nazaret, llegamos a la zona del Mar Muerto, donde hicimos una noche en Ein Gedi. Mucha gente hace una excursión en el día desde Jerusalén para visitar esta zona, porque solo está a unos 100 km de la ciudad, una excursión en la que se combina la visita a la fortaleza de Masada y a una de las playas del Mar Muerto.
Día 6
Este día madrugamos para hacer las visitas que teníamos previstas antes de que apretase demasiado el calor demasiado, pues la fortaleza de Masada se encuentra en pleno desierto de Judea, por lo que es normal que las temperaturas sean bastante elevadas. Pero si le unimos que nos pilló una ola de calor, podéis imaginar qué temperaturas tan tremendas se esperaban aquel día.
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Visitar Masada
Massada es un yacimiento arqueológico de la época de Herodes, que comprende restos de varios palacios y fortificaciones, construidos en la cima de una montaña. Está muy próximo al Mar Muerto, a unos 5 kilómetros de la costa. De hecho, desde las alturas se puede ver este mar. La fortaleza de Masada y su entorno fueron declarados Parque Nacional de Israel en 1966, y es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 2001.
De forma muy resumida podemos decir que fue uno de los últimos asentamientos de judíos antes de que la zona cayera bajo el dominio del Imperio Romano. Es un lugar con gran carga simbólica para los judíos porque tuvo una gran importancia en la primera guerra judeo-romana, conocida también como la Gran Revuelta Judía. Entonces, cuando las tropas del Imperio Romano estaban a punto de hacerse con la fortaleza, los defensores de Masada se suicidaron en grupo.
Se conoce también como el Palacio de Herodes, porque años más tarde, en época romana, Herodes utilizó la fortaleza de Masada para cobijar a su madre, a su prometida y a su hermana durante la invasión parta de Judea del siglo 40 a.C. y también lo uso como propio refugio por sus defensas naturales. Asimismo lo usó para albergar visitas y para descanso personal.
Cómo llegar
La fortaleza se encuentra en lo alto de una cumbre. Para llegar hasta allí hay dos maneras desde el aparcamiento habilitado para los coches: a pie desde la base por un sinuoso y serpenteante sendero, llamado “Camino de la Serpiente”, o en teleférico.
Al ir con la niña, y al hacer el calor que hacía, estaba clara la opción que elegimos nosotros: el teleférico. Además, por la ola de calor, había carteles desaconsejando hacer el camino a pie, y avisaban de que en las horas de más calor estaría cerrado al público dicho sendero.
Algo que suele recomendar la gente que duerme en la zona como nosotros, es acudir a la fortificación a ver el amanecer, porque al parecer es espectacular. Pero nosotros aunque madrugamos, descartamos ir a ver el amanecer porque viajábamos con la niña y para llegar hasta Masada antes de que salga el sol, hay que hacerlo a pie (y a oscuras) porque el teleférico empieza a funcionar una vez que se ha hecho de día. El sendero tiene una longitud de unos 5,2 kilómetros y lleva unos 45 minutos salvar los 350 metros de diferencia de altitud.
La verdad es que la visita, aunque muy interesante, resultó un poco dura por el calor que hacía aquel día. Y eso que llegamos a la cima en uno de los primeros teleféricos. Con un mapa que nos dieron al llegar, fuimos descubriendo lo que significaban los restos que íbamos encontrando y que correspondían a habitaciones y estructuras de los diferentes palacios que allí se construyeron, almacenes, baños… También vimos cómo judíos rezaban o celebraban alguna ceremonia en los restos de la antigua sinagoga.
De marzo a octubre, cada martes y jueves al ponerse el sol, hay un espectáculo de luz y sonido que cuenta la historia del asedio de Masada. Nosotros no pudimos visitarlo porque aunque estuvimos un jueves por la mañana en el yacimiento, no podíamos quedarnos hasta que se pusiera el sol porque teníamos que estar esa misma tarde en Jerusalén devolviendo el coche de alquiler.
Masada con niños
- Si viajas con niños pequeños, el yacimiento se puede visitar con carro porque hay algunos caminos para personas con movilidad reducida para que puedan disfrutar del sitio con silla de ruedas. Aunque no se puede acceder a todos los puntos visitables con carrito.
- Recomendaríamos portear, pero también es verdad que hace mucho calor y con una mochila, niño y porteador se pueden cocer…
- Lleva mucha agua, gorra o sombrero y protección solar de 50 o más.
Mar Muerto
Tras la visita, nos dirigimos hacia la playa privada que tenía nuestro alojamiento en el Mar Muerto, la playa de Ein Gedi Hot Springs. A lo largo del Mar Muerto, también hay zonas de baño público, pero al parecer no están tan bien acondicionadas como la playa a la que fuimos nosotros.
Tiene aparcamiento gratuito y si te alojas en el hotel donde lo hicimos nosotros, hay unos shuttles gratuitos que te acercan del hotel a las instalaciones junto al Mar Muerto. Pero nosotros preferimos ir con nuestro coche de alquiler porque fuimos desde Masada y porque desde allí, nos iríamos a Jerusalén.
Si no te alojas en nuestro hotel (pero te recomendamos hacerlo), también puedes acceder pagando la entrada correspondiente que te da acceso al mar y a las instalaciones que tiene: piscinas termales, piscina cubierta, baños de barro y vestuarios con duchas. También puedes hacer uso de un trenecito que te acerca desde las instalaciones hasta la playa en sí.
Y es que la progresiva evaporación del agua hace que el mar esté cada vez más alejado de las instalaciones de Ein Gedi Hot Springs.
[su_note note_color=”#22c5b8″ text_color=”#010101″]CONSEJO: Cuando te vayas a bañar en el Mar Muerto y embadurnarte en los barros, lleva un bañador viejo porque se estropea mucho con la sal y el barro. También no te olvides de llevar unos escarpines o cangrejeras porque en el fondo del mar se forman cristales de sal y resulta muy incómodo andar con los pies descalzos, hasta el punto de que te puedes incluso cortar.
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Cómo es el Mar Muerto
El Mar Muerto es el punto más profundo de la tierra (algo más de 400 metros por debajo del nivel del mar). Más que un mar como tal, es más parecido a un gran lago, y hace de frontera entre Israel de Jordania. Tiene una gran salinidad y es por eso que lo más característico de este sitio es la facilidad para flotar. De hecho, el agua te empuja hacia arriba, por lo que nadar resulta prácticamente imposible.
Precisamente una de las cosas que más nos llamaron la atención del Mar Muerto es la densidad del agua, que casi parecía aceite, y eso es así por alta concentración de sal que tiene el agua. Y precisamente por esa sal, hay que tener en cuenta que si tienes alguna herida, al entrar en el agua, te escocerá a niveles realmente sorprendentes…
De hecho, en Turismo de Israel nos recomendaron no afeitarnos ni depilarnos justo antes de ir para evitar que las heridas que pudiéramos hacernos, nos hicieran ver las estrellas al entrar al agua. También nos advirtieron de tener cuidado de que no nos salpicara en los ojos.
Si vas en verano como nosotros, prepárate para bañarte en agua hirviendo, porque el agua no es que sea caldo como el Mediterráneo en verano… El agua, con las altas temperaturas que hay en la zona, ¡¡arde literalmente!!
Al salir del agua tan salada, se recomienda darse una ducha con agua dulce. De hecho, a pie de playa hay duchas para quitarse la sal del cuerpo. Junto a la playa, hay sillas de plástico y sombrillas para resguardecerse del sol. Y también hay un puesto con socorrista.
Junto con la experiencia de flotar en el Mar Muerto, tampoco hay que olvidar embadurnarse con barro, terapéutico y que dicen que es bueno para la piel. En las instalaciones de Ein Gedi, junto a la parada del trenecito que te acerca a la playa, hay unos bidones con el barro en cuestión para echártelo por el cuerpo. También en ese punto hay duchas para desprenderse después del barro.
Tras el calor pasado durante toda la mañana en Masada y en las aguas del Mar Muerto, nos metimos un ratito en la piscina de Ein Gedi a refrescarnos. Luego ya comimos en el restaurante autoservicio que hay, que de precio no estaba mal. Y con el estómago lleno, pusimos rumbo a Jerusalén.
Por cierto, si quieres comprar cosméticos del Mar Muerto, en la tienda que hay en las instalaciones de esta playa, venden de todo: cremas para el cuerpo, para las manos, para la cara, para los pies, jabones… e incluso barro del Mar Muerto. El precio está más o menos como luego veríamos días después también en comercios de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Al igual que a la ida, una parte del camino la hicimos por la I-90, sin ningún incidente destacable. Al pasar por el control fronterizo, nos pidieron los pasaportes, pero al ver que éramos extranjeros, no nos hicieron mayor caso, y seguimos nuestro camino hasta Jerusalén.
Mar Muerto con niños
- Este mar no es un lugar como otro con playa. Aquí los niños no pueden chapotear, porque el agua es tan salada que si les salpica a los ojos, les escocerá enormemente. Por descontado, que a nadie se le ocurra sumergir la cabeza en las aguas del Mar Muerto. Está totalmente desaconsejado.
- Tampoco es lugar para ponerse a hacer castillos en la arena, porque con la cantidad de sal que hay, no se puede jugar en la arena porque está dura y hay cristales de sal.
- No olvides llevar gorra o sombrero, protección solar del 50.
NOTA: Agradecemos a Turismo de Israel su ayuda a la hora de organizar este viaje por el Mar Muerto.
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