Tokio, capital de Japón, era la última parada de nuestro viaje por Japón. En ella pasaríamos los últimos cuatro días de vacaciones. La ciudad es inmensa y al pasar tan poco tiempo hay que ser selectivos. En nuestro primer día, recorreríamos dos de sus barrios más emblemáticos y que más pueden llamar la atención: Shinjuku y Shibuya.
DÍA 11
Como todos los días, desayunamos en el Family Mart camino a la estación de tren de Kioto. Con el Japan Pass es posible reservar sin coste los asientos para los Shinkasen. El día anterior habíamos tratado de reservar nuestros asientos para el tren de primera hora a Tokio, pero estaba ya todo reservado.
Al decirnos que estaba todo completo, nos entraron sudores fríos porque pensábamos que no podríamos montar en ese tren y deberíamos esperar al siguiente. Pero hablando por WhatsApp con mis compañeros Globellers me dijeron que no todos los vagones son con asientos reservados, sino que hay vagones con asientos que se llenan sobre la marcha. Y a las malas, podríamos ir de pie… Pero eso de ir de pie no nos hacía gracia viajando con la niña y porque el trayecto duraba poco más de dos horas y media.
Así que no teníamos mucha alternativa y nos arriesgamos a ver si era posible montar en el tren que queríamos y lo conseguimos. Tuvimos suerte y pudimos ir sentados todo el trayecto.
Llegamos un poco antes de mediodía a Tokio. Como viajábamos sin maletas, pudimos empezar a descubrir la ciudad nada más llegar a la capital japonesa. En primer lugar nos acercamos a ver por fuera el Palacio Imperial. Está muy próximo a la estación.
Se trata de la residencia del emperador japonés. Ocupa el espacio del castillo del sogunato Tokugawa. La actual edificación se terminó de construir en 1968 porque fue destruido en la II Guerra Mundial. El palacio no se puede visitar más que en dos ocasiones al año: el 2 de enero y el 23 de diciembre. El resto del año, solo se pueden visiar los jardines imperiales, pero hay que hacer reserva previa en la web de la Imperial Household Agency. Al parecer hay que hacerlo con antelación, y como es habitual en nosotros, solo habíamos comprado los vuelos para viajar a Japón tres semanas antes.
Así que como no teníamos la reserva hecha, nos limitamos a acercarnos a los alrededores para hacer unas fotos y continuamos con la ruta prevista para ese día. Volvimos sobre nuestros pasos para ir al Tokyo International Forum, que está junto a la estación de trenes. Es un edificio curioso con unos jardines peculiares en su interior.
Al dejar el Tokyo International Forum teníamos hambre y decidimos comer en uno de los restaurantes que hay en los exteriores de la estación. Vimos uno que anunciaba ramen, y allá que entramos. En el local solo había tokiotas y los camareros apenas hablaban inglés. Pedimos dos platos de ramen y al ver que íbamos con la peque, le pusieron un pequeño cuenco y una cuchara para que pudiéramos darle algo de nuestra comida.
Paseando por Shinjuku
Con el estómago lleno, pusimos rumbo hacia Shinjuku para ir al Edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio para subir a su mirador. Una visita que merece mucho la pena por varias razones: es gratis y desde las alturas se ve toda la ciudad perfectamente…
Tokio es una ciudad inmensa. Tiene más de 13 millones de habitantes, más del doble de los que tiene solo la Comunidad de Madrid, por lo que desde el Edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio podrás ver lo enorme que es.
Para ir a este edificio, como aún teníamos activa la Japan Rail Pass, usamos la línea JR Yamanote y nos bajamos en la estación de Shinjuku. Una peculiaridad de esta estación es que es la más transitada del mundo, ya que por ella pasan más de 3,5 millones de personas al día. Tiene 36 andenes y cuenta con más de 200 salidas… Por lo que puede resultar complicado saber hacia donde tirar.
Nosotros cogimos la salida oeste y luego ya fuimos siguiendo los carteles que indicaban en inglés Edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio (Tokyo Metropolitan Government Building). El mirador está situado en la planta 45. Se accede por un ascensor que sube sin deternerse los 202 metros de altura en 55 segundos. Está abierto de 9.30 a 23.00 horas, aunque media hora antes ya no dejan subir. Son dos torres, y una de ellas la suelen cerrar sobre las 17.30 horas, salvo el día que cierra la otra, que abre hasta las 23.00 horas.
Con el día claro es posible incluso ver el monte Fuji desde este edificio. La verdad es que las vistas desde las alturas son fabulosas y es una visita que merece la pena hacer el primer día para poder orientarse mejor en esta gran ciudad. Además, en los bajos del edificio hay una oficina de turismo donde te facilitan mapas y diversos folletos con las visitas. También en octubre de 2014, te facilitaban un código para poder conectarse a wifi gratis en diversos puntos de la ciudad. Tan solo es necesario mostrar el pasaporte para que te den el código.
Al salir del edificio regresamos sobre nuestros pasos hacia Shinjuku porque queríamos dar una vuelta por la zona que es uno de los barrios principales donde poder ir de compras en la capital. También es donde más rascacielos se concentran. Al parecer es así porque es una zona bastante estable en cuanto a terremotos. Durante la II Guerra Mundial, el 90% del barrio fue destruido.
Entre los comercios de esta zona, destaca la tienda Don Quijote, o también conocido como Donki, que es una tienda enorme en la que puedes encontrar de todo. Esta cadena es muy popular y nosotros entramos a curiosear.
La de Shinjuku tiene varios pisos y cuando entras, te recuerdan a las tiendas de “chinos” de los barrios: hay muchísimas cosas y todo está como amontonado, mezclado…, con cierto desorden… Apenas hay espacio para pasar entre los pasillos… Y más nosotros que viajábamos con la silla de paseo de la niña (como no habíamos pasado por el hotel no la habíamos dejado allí, y fuimos este primer día acarreando con ella).
Paseando por Shibuya
A lo tonto, ya había anochecido porque en octubre anochece sobre las 18.00 horas. Así que nos fuimos hacia Shibuya para ver de noche el cruce más popular del mundo: el cruce de Shibuya, que dicen que es el más transitado del mundo. Cogimos de nuevo la línea JR Yamanote y nos bajamos en Shibuya.
Este cruce es conocido porque es posible cruzarlo en cualquier dirección. Junto al cruce hay unas enormes pantallas de neón, que a Iris le encantaron porque uno de los anuncios que ponían estaba protagonizado por dos niños que cantaban una cancioncilla muy pegadiza.
A parte de experimentar lo que es cruzar Shibuya, también es recomendable entrar en el Starbucks para contemplar desde la planta alta el trasiego de la zona. Nosotros entramos a tomarnos algo mientras contemplábamos el cruce. La verdad es que una vez arriba, nadie controla si estás o no tomando algo… Así que si alguien no quiere o no le apetece tomar nada, también podrá subir a la planta alta a ver el cruce en cuestión… Eso sí, es bastante complicado hacerse con un sitio junto al gran ventanal para ver Shibuya. A nosotros nos costó tener que esperar un ratito a que se despejara.
Después de hacer cientos de fotos como locos del cruce, volvimos a la calle y comimos por la zona, en el Burguer King. Las calles aledañas a Shibuya estaban a rebosar de gente. Era un hervidero de tokiotas de un lado para otro. Elegimos el Burguer King para probar unas hamburguesas negras que vendían en ese momento con motivo de Halloween que estaba ya próximo.
Tras la cena, decidimos recogernos e ir al hotel. Nuestro alojamiento estaba en Ueno. Cogimos en Shibuya de nuevo la JR Yamanote hasta la estación de Ueno, que también es bastante grande. Como no estábamos seguros de si habíamos cogido la salida adecuada para ir al hotel, preguntamos a un grupo de japoneses que venía hacia la estación. Al enseñarles el nombre de la calle y del hotel, comenzaron a mirar sus móviles para saber dónde estaba lo que le preguntamos.
Y lo curioso de todo es que en vez de decirnos por dónde ir y seguir ellos su camino, empezaron a hacer de guías con el móvil de uno de ellos en la mano. Cuando a lo lejos ya vi el hotel, les dijimos que muchas gracias y que ya sabíamos dónde estaba el hotel, pero ellos siguieron acompañándonos y no nos dejaron hasta que no llegamos a la puerta del hotel y entramos. ¡¡Qué gente más maja!! Y es que nos habían llevado hasta el hotel y eso que ellos no se dirigían a esa zona. De hecho, vimos cómo tomaban de nuevo el camino de vuelta a la estación.
[su_note note_color=”#CABDAA” text_color=”#010101″]Gastos del día
- Desayuno: 837 ¥
- 2 platos de ramen con cerdo: 750 x 2 = 1.500 ¥
- 2 croissants rellenos de crema: 210 x 2 = 420 ¥
- Agua + plátano + red bull en 7 Eleven: ¥
- 2 menús L en el Burguer King + 1 hamburguesa pequeña: 2.650 ¥
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Ya he perdido la cuenta de cuantas personas explican eso de que les han acompañado hasta el hotel…son gente muy atenta 😉
Pero la burger negra..¿está o no está buena’ xD
Sí, que estaba buena la hamburguesa. De sabor, no era diferente a cualquier otra hamburguesa del BK.
Y sí que es cierto que te acompañan hasta donde haga falta aunque no les pille de camino! son increíbles!!