Cuando viajamos con nuestra hija, nos gusta poder incluir algún plan divertido en el destino que ella también pueda disfrutar. Y en nuestro viaje a Viena, fueron varios los planes divertidos que hicimos con ella, como os contamos en este post. Pero sin duda, el plan estrella fue el Parque Prater, unos jardines y también parque de atracciones, que dicen que es uno de los más antiguos del mundo.
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Cómo es el Parque Prater
El Wiener Prater, o más conocido solo como Prater, se ubica en Leopoldstadt. Su nombre procede del latín, pratum, que significa prado. La zona donde se encuentra fue coto de caza imperial hasta que el emperador José II decidió abrirlo al público en el siglo XVIII.
En el Prater de Viena podemos encontrar dos zonas diferenciadas. Una es lo que se denomina el “Prater verde”, el pulmón de la ciudad, con prados y árboles y caminos por los que pasear o correr (vimos a muchos vieneses hacer deporte aquí). De hecho, está muy bien equipado para la práctica de deportes, porque hay un campo de fútbol y otros espacios para jugar a la pelota, para patinar, para circular con la bici…
Y la otra zona es la que se considera parque de atracciones, pero no uno cualquiera, sino uno de los más antiguos del mundo junto con el de los Jardines Tívoli, que pudimos ver después en nuestra escapada a Copenhague. El Prater de Viena se inauguró en 1895 y muchas de las atracciones que se instalaron entonces siguen en pie. En este post, justo te quiero hablar de esta zona del Prater.
Parque de atracciones Prater
Para entrar en el parque de atracciones Prater no hay que pagar entrada, pues solo se paga por cada atracción en la que montes. Cada atracción tiene un precio que puede ir de 1 a 5 euros, salvo excepciones. De mediados de marzo a finales de octubre está abierto de 10.00 horas hasta medianoche.
Y aunque el Prater cierre a medianoche, en nuestro viaje en marzo de este año, vimos que no todas las atracciones se mantienen abiertas hasta el final del día, sino que cierran un poco cuando quieren. De hecho, la peque quiso montar en una atracción que vio a la llegada, pero que dejamos para después, y cuando nos dirigimos a ella, ya estaba cerrada.
En el Prater hay unas 250 atracciones, entre las que destaca, por encima de todas, la Riesenrad (la Noria), y el Praterturn, las sillas voladoras a gran altura.
Pero hay también un tiovivo, un trenecito, trenes fantasmas, montañas rusas como la Schwarze Mamba, que hace girar a los valientes a 80km/h o la Boomerang, que va hacia delante y hacia atrás, y otras muchas atracciones en la que los pequeños y no tan pequeños se querrán montar… Asimismo encontramos un simulador de vuelo y un túnel del viento.
Además de las atracciones, encontramos dos museos: el célebre de cera de Madame Tussaud y el Museo del Prater. Nosotros no entramos en ninguno de los dos por falta de tiempo.
También tiene una amplia oferta gastronómica con cafés y restaurantes, puestos de helados y salchichas. A esta parte los vieneses lo llaman Wurstelprater (Prater de las salchichas).
Pasear por el Prater, aunque no te vayas a montar en nada, es una visita obligada para cualquiera que viaje a Viena. Además, siendo gratis entrar, no hay excusa. Es un parque con cierto aire nostálgico y con algunas atracciones, que en algunos momentos nos recordó a las típicas ferias que instalan en las fiestas de los pueblos en España.
Si quieres montar en varias atracciones, sin arruinarte hay algunos pases:
- Family Card: a partir de 8 años. Incluye seis atracciones y una comida en el Burger King que está en el parque. Cuesta 19,50 euros por persona.
- Kids Card: es una tarjeta para niños e incluye montar en seis atracciones y un helado. El precio es de 12€.
- Kids plus 1 Card: es una tarjeta para los niños y un acompañante. Es similar a la anterior. Incluye seis atracciones y un helado. Y el precio es de 24 €.
Montar en la Riesenrad
Si hay una atracción en la que diría yo que es obligatorio montar es sin duda la Riesenrad, la noria. Cuidado con no confundir con la típica noria que puede haber en otros parques de atracciones.
La Riesenrad tiene aspecto antiguo. Y no es para menos porque se construyó en 1897 con motivo del 50 aniversario en el trono del emperador Francisco José. Está considerada una de las norias en funcionamiento más antiguas del mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial sufrió importantes destrozos, pero luego fue reconstruida.
En cierto modo, recuerda a la noria London Eye de Londres, porque funciona de manera similar. La rueda gira lentamente, a 2,7 km/h, y da la vuelta en unos 20-30 minutos aproximadamente, dependiendo de la gente que haya. Si hay más gente, tarda un poco más en dar la vuelta.
Es imprescindible subir a ella porque hay unas vistas estupendas de Viena y del parque Prater desde lo alto. Nosotros subimos al caer la tarde y nos gustó mucho ver cómo iba anocheciendo y se iban encendiendo las luces de la ciudad. Cuando estuvimos nosotros, había un poco de cola y tuvimos que esperar unos 15 minutos para montar.
En la zona de entrada a la noria, antes de esperar la cola para montar, hay una pequeña exposición con ocho vagones en cuyo interior se recrea con figuritas la historia de la ciudad.
El precio de subir a la noria es de 12€ los adultos (11€ si tienes la Vienna City Card), 5€ para niños entre 3 y 14 años y gratis para los menores de 3 años. Además de subir a la noria para disfrutar del viaje y de las vistas, también hay opción de reservar para celebrar cenas o tomarse algo, pues algunos vagones tienen ese uso.
También hay billetes familiares, para dos adultos y dos niños de hasta 14 años por 29 euros, o dos adultos y tres niños por 31€ o dos adultos y cuatro niños por 34€.
Además, existe un ticket combinado que permite subir a la noria y a otras 20 atracciones más del Prater por 45€. Para los niños, existe una versión más económica, pero sólo válida de lunes a viernes y siempre que no sea verano, por 30€.
Una curiosidad de la noria: ha sido protagonista de películas de Hollywood como Alta Tensión de James Bond, o El tercer hombre de Orson Wells. Precisamente por su aparición en películas, en 2016, la Academia de Cine Europeo la nombró “tesoro de la cultura cinematográfica europea”.
Cómo llegar al Prater
Nosotros llegamos en tranvía con la línea 1 hasta el final de la línea… Pero desde donde deja el tranvía hasta el parque de atracciones hay que andar como unos 10-15 minutos. Pero lo positivo de coger esa línea y bajarse ahí es que podrás ver el “Prater verde”.
Otras opciones más próximas al parque de atracciones son el metro, las líneas U1 y U2, el autobús de la línea 80A y el tranvía, líneas 5 y O. Todos ellos dirección Praterstern. El metro está mucho más cerca de la noria, a unos 5 minutos andando.
El Prater con niños
- Al ser un parque en el que no hay que pagar entrada, es un parque que se puede visitar con niños de todas las edades.
- En cuanto a la edad recomendada: hay atracciones para todos los públicos. En la Rienserad, por ejemplo, pueden montar hasta bebés.
- Sobre cuánto tiempo de dedicar: pues depende de lo que te gusten los parques de atracciones y lo que quieras montar. Nosotros dedicamos una tarde y porque solo montamos en la noria, y luego nos dedicamos a pasear, pero bien se podría dedicar el día entero. Si es así, valora la opción de comprar un ticket para montar en varias atracciones.
- Se puede caminar bien con carrito de niños.
- Si vas con niños, el ambiente es más familiar durante el día. Al caer la noche, el ambiente es más juvenil.
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