Una de las razones por las que queríamos viajar al Valle del Ambroz era por visitar Hervás, un municipio conocido por su magnífica judería, una de las mejor conservadas de España y que fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1969. Aquí el tiempo parece haberse detenido en la época de esplendor cuando vivían los judíos hacia el siglo XV.
DÍA 3
Aunque a nuestra llegada al Valle del Ambroz ya habíamos tenido ocasión de callejear por la Judería de Hervás, el domingo antes de emprender el regreso a Madrid, nos dedicamos a ver a la luz del día el pueblo. En primer lugar nos dirigimos a la Oficina de Turismo (calle de Braulio Navas, 6), pero como era temprano -las 9.00 horas-, aún no estaba ni abierta. Afortunadamente en el alojamiento rural nos habían dado un plano de la localidad.
De la oficina de turismo nos dirigimos a la Antigua Estación de Ferrocarril de Hervás. En la actualidad está en desuso, pero se ha rehabilitado y funciona como Centro de Interpretación del Ferrocarril. El acceso es gratuito, pero cuando llegamos aún estaba cerrado porque abren a las 10.00 horas.
De allí, seguimos caminando hasta la iglesia de San Juan Bautista de la Concepción, que formó parte del antiguo convento de los Padres Trinitarios fundado en 1664. La fachada es bastante curiosa porque es una réplica de la portada de la iglesia de San Nicolás en Valladolid. Sin embargo, también estaba cerrada al público y no la pudimos ver por dentro. Al parecer, tiene unos retablos barrocos de gran interés.
Vamos bordeando el pueblo y llegamos al río que da nombre al valle: el Ambroz. Unas fotos al río y nos adentramos en la Judería. Deambulamos sin rumbo fijo por las calles, que todavía a esas horas estaban prácticamente desiertas, y no nos encontramos a nadie salvo algún turista despistado como nosotros.
Recorriendo las calles empedradas y estrechas, donde podemos ver casas de adobe con entramados de madera de castaño -árbol típico de la zona- y balcones llenos de plantas, tenemos la sensación de que en verdad el tiempo se ha detenido en Hervás en el momento en el que los judíos vivían aquí.
[su_service title="Los judíos en Hervás" icon="icon: pencil" icon_color="#f08f4a"]Sólo hay presencia documentada de judíos en Hervás durante un siglo. Probablemente llegaron a esta zona huyendo del clima antijudío que se vivía en Castilla en el siglo XIV, aunque cuando más población judía hubo en Hervás fue en el siglo XV. Algunas familias célebres en el pueblo fueron los Cohen, Haben, Haxiz, Rabí Samuel y Bellida la Rica. Cuando en 1492, los Reyes Católicos decretaron las expulsión de los judíos, salieron del pueblo unas 25 familias hacia Portugal. Los que se quedaron se hicieron cristianos conversos. [/su_service]
Las casas en Hervás son de dos y tres plantas, con entramados de madera. A menudo una de sus paredes está cubierta de tejas dejadas a las vista. Aquí en encontramos la calle que está considerada como la más estrecha en España: la Travesía del Moral, de apenas medio metro de ancho. Pero hay otras calles destacadas como la de la Amistad Judeo-Cristiana, la del Rabilero, o la de la Sinagoga.
Una visita obligada en Hervás es, sin duda, la iglesia de Santa María de la Asunción de las Aguas Vivas, que levantada en el siglo XII sobre un antiguo castillo templario. Desde su ubicación se tienen unas vistas fantásticas del pueblo. Pero no es nuestro día y tampoco está abierta a esas horas, por lo que no podemos ver su interior. Solo suele estar abierta poco antes y poco después de la misa de los domingos a las 12.30 horas.
Seguimos paseando hasta llegar de nuevo al río Ambroz y al Puente de la Fuente Chiquita, que es el monumento más antiguo de Hervás, y que forma parte del camino romano de la Vía de la Plata.
Otro lugar de interés en Hervás, aunque nosotros no entramos porque queremos ir a otro pueblo del Valle del Ambroz antes de regresar a casa, es el museo Pérez Comendador-Leroux, que alberga la obra del matrimonio formado por el escultor Enrique Pérez Comendador y la pintora Magdalena Leroux, y que se ubica en la Casa de los Dávila, un edificio del siglo XVIII, de estilo barroco. La entrada es libre los domingos.
Después de recorrer Hervás, cogemos el coche y ponemos rumbo al último lugar que visitaríamos antes de regresar a casa: Aldeanueva del Camino, localidad de origen romano que se sitúa sobre la Vía de la Plata. Queríamos ir porque ese día este pueblo era el protagonista de las actividades del Otoño Mágico del Valle del Ambroz.
Ese domingo se celebraba el Día Infantil, fiesta para los niños con talleres variados, animación, atracciones como un castillo hinchable y un tren turístico que recorre el pueblo. Y todo era gratis. Al ir con la peque, queríamos que también ella pudiera disfrutar del Otoño Mágico. Sin embargo, Iris, que empezó a ponerse mala la noche anterior, seguía sin encontrarse muy bien. Por eso, decidimos regresar un poco antes de lo previsto a Madrid y tan solo montamos en el tren turístico para hacer un recorrido rápido por Aldeanueva del Camino.
Estuvimos hace años en Hervás y nos encantó, toda esa zona tiene pueblos muy bonitos. Una pena que Iris no pudiese diafrutar al 100% de las actividades para los niños. Un saludito 🙂
Es una zona muy bonita y la verdad es que no es demasiado conocida y queda eclipsada por otras de la comunidad.
Saludos
Precioso lugar, no he estado nunca. Como siempre, tomo buena nota.
Lástima que Iris no se encontrase bien para disfrutar de la fiesta.
Un saludo
Carmen
Sí, fue una pena que Iris no pudiera disfrutar de la fiesta! Otra vez será!
Guardo muy buen recuerdo de Hervás, me pareció un lugar muy interesante y fotogénico, como atestiguan vuestras fotos. Me da rabia que las iglesias estén siempre cerradas en España. No sabemos sacar partido a nuestro patrimonio.
Es muy, muy famosa, y con razón. un lugar donde el pasado sigue vivo.
¡Saludos!
De esta parte de España no conozco nada, y cada vez que leo algo me dan unas ganas horribles!! Tengo que solucionar esto ya! Había oído hablar muy bien de Hervás y efectivamente veo que ten´´ian razón”
Nosotros estuvimos hace unos años y no nos gustó nada, pero al ver tus fotos y leer tu relato, creo que deberíamos darle una segunda oportunidad.