Después de tres semanas intensas de preparativos del viaje a Japón, llegó el día de embarcar hacia el país del Sol Naciente. Tras una escala de cuatro horas en Ámsterdam y un vuelo de unas 11 horas, aterrizábamos en Osaka a primera hora de la mañana con la intención de ver muchas más cosas de las que al final vimos. El cansancio acumulado de tantas horas de viaje haría que solo visitáramos el Castillo de Osaka y deambuláramos por Dotombori.
Nuestro primer vuelo salía bien temprano de Madrid dirección Ámsterdam. Así que nos vimos obligados a pegarnos un buen madrugón y a las 5.00 horas ya estábamos en el aeropuerto para hacer el check-in. Temíamos que al ser un vuelo tan largo para llegar a Japón, Iris, que ya se mueve más que una culebrilla, estuviera un poco revoltosa, pero la verdad es que el madrugón hizo que la pobre cayera rendida en los brazos de Morfeo y durmiera más de la mitad del vuelo largo. Como en el viaje a Nueva York, Iris tuvo su cuna, aunque le quedaba algo pequeña.
Aterrizamos en Osaka hacia las 9.00 horas. Tras recoger las maletas, tuvimos que pasar por Inmigración para el visado. Afortunadamente no había demasiada cola y el trámite fue bastante rápido. Antes de salir del aeropuerto, decidimos cambiar algo de dinero, y fue sin duda, el lugar donde mejor cambio conseguimos (lo habíamos leído pero no nos lo habíamos terminado de creer). También antes de ir a Osaka, pasamos por la oficina de la Japan Rail para cambiar nuestros “voucher” por nuestros pases, aunque no los utilizaríamos hasta 3 días después.
[su_box title=”Cómo ir del aeropuerto de Kansai a Osaka” box_color=”#ffc9a5″]Si tienes intención de utilizar la Japan Rail Pass durante todo el tiempo que estés en Japón, hay trenes de la compañía JR que podrás usar para llegar al centro de Osaka como el JR Haruka limited express train, el JR Kansai Airport Rapid Service o el JR airport rapid train. Todos ellos conectan con las estaciones de Tennoji y con la de Shin-Osaka.
Pero si no piensas usar la Japan Rail Pass desde el principio, una buena opción si además, piensas pasar el día en Osaka es la que usamos nosotros. En nuestro caso, compramos el Yokoso Osaka Ticket, que es un billete que sirve para viajar desde al aeropuerto de Kansai a la estación de Namba en trenes rapid:t y que incluye también un pase para utilizar durante todo ese día el metro y el bus de Osaka. El precio es de 1.500 yenes, pero solo se puede comprar vía web.
Nosotros lo compramos mientras esperábamos en Barajas a que saliera nuestro avión. Con el mail que recibes, tienes que dirigirte al salir del aeropuerto a la oficina de Nankai donde te darán el Yokoso Osaka Ticket.
Si te parece caro o crees que no vas a darle mucho uso al metro ese día de llegada, puedes comprar los billetes sueltos de los trenes que necesites: El JR Haruka limited express train hasta Tennoji cuesta 1.710 yenes sin asiento reservado y 2.200 yenes con asientos reservados. Si vas a Shin-Osaka cuesta 2.330 yenes sin asiento reservado y 3.000 yenes con asiento reservado. El JR airport rapid train a la estación de Tennoji cuesta 1.060 yenes y a la estación de Osaka, 1.190 yenes. Los “Rap:t” limited express trains de la Nankai Railways cuestan 1.430 yenes (todos los asientos reservados) desde el aeropuerto de Kansai a la estación de Namba Nankai, mientras que los trenes expresos de la Nankai Railways hacen el mismo viaje por 920 yenes.
Otro tipo de ticket que hay para ir del aeropuerto a Namba o al revés con posibilidad de hacer un trasbordo hacia el metro u otra línea Nankai es el Kanku Chikatoku Ticket que vale 1.000 yenes.
Otra opción es viajar en autobús. El precio hasta la estación de Namba es de 1.000 yenes y hasta Shin-Osaka es de 1.500 euros.[/su_box]
Con nuestros billetes del Yokoso Osaka Ticket y la Japan Rail Pass en la mano, pusimos rumbo al hotel para dejar nuestras maletas. Llegar al hotel es relativamente sencillo porque hay trenes directos a Namba y desde Namba solo es una parada… aunque con las maletas a cuestas y el carro de la peque, más el cansancio del viaje, nos tomó más tiempo del que hubiéramos imaginado.
Aunque habíamos leído que los japoneses son muy rectos y no conciben saltarse una norma, albergábamos la esperanza de que al ir con la bebé nos dejaran entrar en la habitación antes de la hora que estaba estipulada a las 15.00 horas para descansar un poco. Pero como eran poco más de las 12.30 nos dijeron que no. Así que tras registrarnos y dejar en recepción las maletas nos fuimos a conocer la ciudad.
Como ya había hambre porque desde el desayuno en el avión una hora antes de aterrizar no habíamos comido nada, entramos en el restaurante que estaba al lado del hotel. Nada más sentarnos nos plantaron un par de vasos de té, algo que a lo largo del viaje vimos que es muy habitual (si no es té, te ponen un vaso de agua). Fue nuestro primer contacto con la comida japonesa y la verdad es que nos gustó mucho. Y lo mejor fue al pagar que al cambio solo habían sido unos 13,85 euros al cambio.
Con la tripa llena entonces ya sí que pusimos rumbo a nuestra primera visita: el castillo de Osaka. Cogimos el metro para ir hasta la estación Morinomiya. Según el plano, parecía que estaba muy cerca… Pero la verdad es que nos costó llegar un rato. Tal vez fuera por el cansancio acumulado porque llevábamos ya más de 24 horas en pie, pero nos pareció un camino demasiado largo, sobre todo porque tuvimos que buscar la manera más cómoda de llegar con la silla de la niña sin tener que subir escaleras con el carro.
Cuando en el último tramo ya de acceso vimos que subir algunos escalones era un obstáculo insalvable, Gustavo decidió que pasaba de subir y se quedaba con el carro. Yo cogí a la niña en la mochila y subí hasta los pies del castillo.
Al llegar, se produjo una situación un tanto surrealista y divertida a la vez. Y es que muchos niños japoneses vestidos con sus uniformes nos rodearon. Primero me hicieron algunas preguntas en inglés (supongo que formaría parte de algún trabajo de clase), luego me pidieron autógrafos y finalmente quisieron hacerse fotos con nosotras… Y al terminar con ese grupito de niños se nos acercó otro con la misma finalidad.
Y antes de seguir avanzando, también acudieron varias chicas jóvenes para decirle ‘kawaii’ a la enana y pidieron hacerse fotos con ella! :O ¡Iris parecía una estrella de Hollywood! La verdad es que con tanto jaleo y dado que Gustavo nos esperaba decidí pasar de entrar a ver el castillo de Osaka por dentro… ¡Para otra ocasión!
Volvimos hacia el metro, pero en esta ocasión, a otra estación que también estaba cerca y que nos llevaría directamente a Dotonbori porque aunque teníamos muchas cosas previstas, ya a lo tonto era media tarde y tampoco nos apetecía mucho más. Preguntamos a unas chicas por la dirección de la estación de metro, y decidieron acompañarnos mientras no paraban de decirle a la niña ‘kawaii’. Fue entonces cuando empezamos a descubrir que los japoneses se vuelven locos por los niños occidentales.
Al llegar a Dotonbori fuimos a hacer las típicas fotos de la zona. Primero nos dirigimos al famoso cartel de Glico, que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad (lleva ahí desde 1935, es la imagen de una empresa japonesa de dulces y muestra a un atleta en una pista de atletismo con algunos edificios representativos de la ciudad de Osaka). Pero al llegar nos llevamos una gran decepción porque no estaba el típico cartel luminoso del corredor, sino un cartel normal de una chica corredora pero que no era luminoso… Al parecer, luego nos enteramos que estaban sustituyendo el cartelito en cuestión que era de neón por uno de leds… ¡¡Qué rabia!!
Y de ahí, ya a recorrer la famosa calle Dotonbori y aledaños como su canal sobre el río Dotonbori. Esta calle es otro de los puntos claves a visitar en la ciudad: es una de las principales zonas comerciales y también lugar neurálgico para disfrutar de la noche de Osaka porque aquí hay restaurantes, karaokes, pachinkos, love hotels…
La verdad es que al entrar en esta calle no sabes ni dónde mirar por la cantidad de neones que hay por todas partes y los enormes carteles de los restaurantes que te muestran en que están especializados: en pez globo, cangrejo, pulpo, brochetas…
Y ya que estábamos aquí, pues decidimos probar alguna de las delicias gastronómicas de la zona para hacer una cena temprana: probamos unos takoyaki, que son unas bolitas con pulpo que elaboran en el momento. Hay varios lugares donde probarlas y puedes ver in situ cómo las preparan. Nosotros nos cogimos unos takoyakis y nos sentamos junto a una farola a comerlas.
Muchos restaurantes en Dotonbori te venden la comida para llevar. Así que tras los takoyakis cogimos otra cosa del que desconozco el nombre, pero eran como unas brochetas. Después de los takoyakis y las brochetas yo estaba llena, pero Gustavo aún tenía hueco para tomarse unos ramen en un pequeñito local que tenía unos tatamis donde sentarse y que estaba repleto de japoneses sorbiendo sus sopas.
A lo tonto, ya habían pasado más 36 horas desde que nos levantáramos en Madrid para dirigirnos al aeropuerto. Iris ya hacía rato que había caído dormida en su sillita sin cenar. Así que nos dirigimos directamente al hotel. Y aunque la cama era enana, tampoco tardamos nada en dormirnos.
[su_note note_color=”#CABDAA” text_color=”#010101″]Gastos del día
- Yokoso ticket: 1.500 ¥ x2 = 3.000 ¥
- Botella pequeña de agua en el aeropuerto: 110 ¥
- Comer en el Kitchen Dai junto al hotel: 2 menús de 980 ¥ = 1.860 ¥
- Botella pequeña de agua en maquina junto al hotel: 100 ¥
- Refresco de café en el Castillo de Osaka: 130 ¥
- Botella pequeña de agua en el castillo de Osaka: 130 ¥
- Bandeja de 10 takoyaki en el Creo-RU en Dotombori: 730 ¥
- Plato de ramen enfrente del Creo-RU en Dotombori: 900 ¥
- Helado en Dotombori: 841 ¥
- Botella de agua grande en supermercado cerca del hotel: 203 ¥
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[su_button url=”https://www.locosxlosviajes.com/diario-de-viaje-japon-2014/” background=”#fd8c79″ icon=”icon: book”]DIARIO[/su_button]
[su_button url=”https://www.flickr.com/photos/mcarmencruz/sets/72157650252202949/” background=”#fd8c79″ icon=”icon: camera”]Fotos de Osaka[/su_button]
El primer día es una mezcla de: estar reventado y alucinar con lo que ves!
Lo de llevar a las clases que practiquen inglés con los extranjeros es muy típico.
Lástima lo del cartel…cuando volvamos ya lo veremos de leds, a ver qu etal pinta!!!
Con ganas de leer la siguiente etapa 😉
p.d: ais, lo que daría por unos takoyakis jeje
Yo no sasía que practicaban con los extranjeros! Qué curioso!! jejejeje Y sí que están ricos los takoyakis!!!
Ojito… 36 horas! Recuerdo cuando fui la primera vez a China que tuvimos un horario parecido y acabé reventado. En el caso de Japón nosotros llegamos ya de noche y nos quedamos por la zona del hotel sin movernos mucho…
Yo tampoco entré al castillo… pero sólo el pasear por allí y verlo por fuera merece mucho la pena. Lo único es que está a tomar viento fresco de cualquier cosa… Y Dotonbori, eso si me moló… menudo ambiente!!! (menos a las 6 de la mañana… que me tocó ir a buscar el chupete jejeje)
Lo de los Japoneses con los bebes occidentales es sorprendente. Lo que más les sorprendía era que llevara pendientes Vera (y me imagino que Iris igual). Por lo visto allí no les ponen los pendientes a los bebes y esperan a que sean mayores para que sean ellos los que decidan ponérselo o no.
Seguiré tu relato… que me trae muy buenos recuerdos.
Un saludo!
Madre mía, qué resistencia! Yo no sé si hubiera aguantado tantas horas despierta y más con el viaje, que me agota uno normal de 4 o 5 horas… :O Y la peque una campeona (además de una estrella de hollywood jejeje). Muy curioso lo de que los chavales practiquen inglés con los extranjeros, no lo sabía! (gracias Vero por el aporte)
Un abrazo!!
36 horas! Madre mía! Nosotros aprendimos la lección en Nueva Zelanda: llegamos a Auckland a las 2 de la tarde con idea de visitar la ciudad, pero mientras Víctor entró al baño para asearse un poco, yo cometí el error de tumbarme en la cama… Y hasta el día siguiente!
Si ya de por si es duro llegar a Asia con las horas de viaje y todo el día por delante…, hacerlo con la peque tiene que ser la repera. Bastante os dio de sí el día, la verdad. Hace un par de años estuvimos a puntito de volar para allí, pero al final nos vimos pillados con el tiempo, era otoño, y no me vi capaz de preparar el viaje en menos de un mes… Ahora veo que en tres semanas vosotros lo teníais, así que la próxima vez no nos lo pensaremos tanto, 🙂
¡Saludos!