Plovdiv es la segunda ciudad más poblada de Bulgaria, solo por detrás de la capital Sofía, y está considerada la ciudad habitada más antigua de Europa, superando incluso a Roma o Atenas, y está en la lucha por ser considerada la más antigua del mundo junto con Jericó, en Cisjordania o Alepo en Siria. Además, solo está a unos 150 km de Sofía, con lo que es totalmente factible hacer una excursión en el día.
Por eso, en nuestro viaje de cuatro días por Bulgaria, decidimos incluir una excursión a esta localidad que tiene numerosos atractivos. De hecho, en 2019, será Capital Europea de la Cultura. Como ya contamos en el post de preparativos, decidimos contar con los servicios de Alexander Tour porque realizan esta excursión, entre otras muchas.
[su_note note_color=”#22c5b8″ text_color=”#010101″]Desde el 1 mayo hasta el 30 de septiembre, Alexander Tour tiene salidas garantizadas en castellano cada sábado hacia Plovdiv. Si no te cuadra ese día hacer la excursión, lo mejor es que contactes con ellos porque realizan también tours privados personalizados.[/su_note]
A las 9.00 horas, estaba esperándonos en la puerta de nuestro alojamiento Anton, que sería nuestro conductor y guía a Plovdiv. Por el camino nos fue contando cosillas de la ciudad, como su antigüedad. Lleva habitada de continuo desde el año 6000 a.C. Además de tener un casco viejo con casas típicas del Renacimiento búlgaro, también conserva parte del legado que dejaron los romanos.
La carretera a Plovdiv es buena y en aproximadamente hora y media llegamos. Es autovía prácticamento todo el camino. Lo que más nos costó fue salir de Sofía porque había algo de atasco. Para recorrer la ciudad, lo mejor es hacerlo a pie, porque la parte turística no es demasiado grande y además, es peatonal. Anton aparcó el coche junto al hotel Sheraton porque cuenta con un aparcamiento público y desde allí ya fuimos andando.
Qué ver en Plovdiv
Al igual que Roma, Plovdiv está construida entre siete colinas, aunque en la actualidad solo quedan seis, porque la colina Markovo se destruyó para facilitar la expansión de la ciudad. El casco antiguo se asienta sobre tres de esas colinas: Dzambaz, Taksim y Nebet. Las otras tres colinas son Sahat, Bunardjik y Dejendem.
Comenzamos la visita por la calle Aleksandrovska que es totalmente peatonal. Es una calle muy comercial, con numerosas tiendas, bares, cafés y galerías. Esta zona se ve bastante moderna, con bonitos edificios. A largo de la calle, encontramos algunas referencias a que Plovdiv será Capital Europea de la Cultura.
Andando llegamos hasta la plaza de Dzhumayata, donde encontramos lo que queda del Estadio Romano, que fue construido en el siglo II d.C. por Marco Aurelio. Y digo que lo que queda, porque la mayor parte del estadio estaría bajo la calle Aleksandrovska, y tan solo se ha excavado la parte que está visible en la actualidad.
Desde la calle se ve lo que queda e incluso una maqueta sobre el estadio. Aún así, es posible visitar lo que queda del estadio y una película en 3D, aunque nosotros no pasamos a verlo, porque como decía, desde arriba se ve perfectamente.
Junto al estadio, se encuentra una de las mezquitas más antiguas de los Balcanes, la Mezquita Dzhumaya que es de mediados del S.XV. Cuando nosotros pasamos (y lo hicimos en dos ocasiones a diferentes horas) la vimos siempre cerrada, por lo que no pudimos entrar a verla.
Casco antiguo de Plovdiv
A partir de ahí teníamos dos opciones: o subir al casco viejo o adentrarnos por el barrio de Kapana. Optamos por ir primero al casco antiguo. Si vas con niños pequeños, no es nada aconsejable usar el carrito en esta zona porque está todo empedrado y con muchas cuestas… ¡¡Puede ser un auténtico suplicio!! Iris tiene 4 años y ya no utilizamos carro.
Sin duda, la parte más bonita de Plovdiv es precisamente su casco antiguo, en el que podemos ver las diferentes etapas históricas por las que ha atravesado la ciudad: el Imperio Romano (Plovdiv estaba en la provincia de Tracia), el dominio de Imperio Otomano (de ahí que nos encontremos con mezquitas que nos recuerdan a las que pudimos ver en Estambul), y el Renacimiento. Todo esto fue precisamente lo que nos llevó hasta esta ciudad.
Nada más empezar a ascender hacia el casco viejo, nos topamos con la Iglesia de Sveta Bogoroditsa, en lo alto de unas escaleras de piedra. Aunque es de 1844, está asentada sobre una del siglo IX.
Seguimos andando y nos dirigimos hacia el Teatro Romano, que es uno de los mejor conservados en los Balcanes. Decidimos entrar dentro, pero a decir verdad, se puede ver perfectamente desde fuera. Nos cuenta Anton que en el teatro sigue en uso pues se suelen representar obras y otros espectáculos, como ocurre en el de Mérida, en España.
De ahí, comenzamos a callejear por el casco antiguo. Durante el Renacimiento, la ciudad fue un importante centro económico y residían muchas personas adineradas. Estas personas son las que mandaron construir las preciosas y coloridas casas y mansiones que podemos ver en la actualidad. Una de sus características más notables, además de los colores que tienen, es que la planta superior sobresale ligeramente. Entre las casas que podemos ver está la casa Mavridi, la Nedkovich, la Balanova, la de Stepan Hindlian o la Kuyumdzhiouglu.
Aunque en muchas de estas casas sigue viviendo gente, la mayoría se han convertido en galerías de arte, museos o restaurantes, como por ejemplo la casa Kuyumdzhiouglu, que fue propiedad de un rico comerciante y que en la actualidad alberga el Museo Etnográfico, una de las mansiones más bonitas de Plovdiv. En el museo, al que no entramos, hay al parecer trajes típicos búlgaros, entre otras cosas.
Al lado del museo está la puerta Hissar Kapiya, que es una de las puertas de entradas a la ciudad a través de la muralla romana. Aquí podemos ver un poco de lo que queda de dicha muralla.
También en el casco antiguo hay alguna que otra iglesia, aunque la que más me gustó fue la de Sveti Konstantin y Elena, de 1578, que puede pasar desapercibida porque está rodeada de una especie de pequeña muralla que no deja ver la preciosidad que hay dentro. Lo único que se ve desde fuera es el campanario. Está considerada la iglesia más antigua de Plovdiv. En el interior de la iglesia, que es ortodoxa, no se puede hacer fotos. Pero fuera, en el pórtico, sí que se pueden hacer, y tiene unos bonitos e impresionantes frescos, que son similares a los que veremos al día siguiente en el Monasterio de Rila.
Continuamos callejeando hasta llegar a una de las colinas de Plovdiv, la Nebet Tepet, donde quedan los restos de una antigua fortaleza del siglo XII, pero que no están muy bien conservados que digamos. Pero lo interesante de llegar hasta aquí no son tanto los restos, sino las vistas que se tienen de la ciudad. ¡Es imprescindible!
Desde allí, comenzamos el descenso hasta la parte moderna de Plovdiv y nos adentramos en el barrio de Kapana -que se puede traducir como ‘La trampa’-, donde comeremos en un restaurante que nos recomienda Anton, el Pavaj (en la calle Zlatarska, 7), y donde probamos varios platos típicos búlgaros como la ensalada Shopska o una especie de chorizo búlgaro que se llama lukanka con la salsa lutenytsa.
Kapana es la zona donde hace cinco siglos se asentaron los artesanos de Plovdiv. De ahí que las calles tengan nombres como calle del Cuero, del Hierro o del Oro. Hoy en día más que artesanos, Kapana es un barrio bohemio, el barrio de los artistas, con también muchas galerías de arte, cafés y pequeños restaurantes. Durante la época de dominio de Imperio Otamano, Kapana fue el corazón de Plovdiv.
Tras la comida, regresamos a Sofía con un buen sabor de boca.
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Super interesante. No tenía ni idea de que esta ciudad, de la que no había oído hablar, fuese tan antigua. Me encantó el teatro!
Las ciudades con tanta historia a sus espaldas siempre son interesantes de visitar. El teatro romano aunque pequeño está muy bien conservado y el casco histórico parece precioso. Anotada queda como imprescindible. Un saludito.