En nuestro viaje a Japón con bebé, tenía marcado en rojo para visitar sí o sí, al igual que la isla de Miyajima y el bosque de bambú de Arashiyama, el santuario sintoísta Fushimi Inari-Taisha. Y hasta allí nos dirigimos en nuestro octavo día, una jornada en la que también hicimos una excursión a Nara, la antigua capital de Japón, ciudad que visitamos en compañía de unos simpáticos ciervos.
Día 8
Desayunamos en el Family Mark cercano al hotel de camino a la estación de trenes de Kioto. El plan inicial que teníamos para este día era visitar primero el templo Tofukuji y luego el de Fushimi Inari-Taisha, ambos en la línea que va a Nara, pero aunque nos habíamos levantado temprano se nos había echado un poco el tiempo encima si queríamos ir también a Nara. Es lo que tiene viajar al ritmo de un bebé… que al final todo va a un ritmo un poco más lento.
Así que estando ya en la estación de trenes, decidimos ir directamente a ver el Fushimi Inari-Taisha, conocido por los miles de toriis rojos que tiene. Por cierto, es uno de los escenarios de la película Memorias de una geisha. El santuario se encuentra en la base de una montaña conocida como Inari.
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Llegar es muy sencillo desde la estación de Kioto. Solo hay que coger la línea local JR de Nara. Hay que bajarse en la estación de Inari. El trayecto tiene una duración de unos cinco minutos. Desde la estación no tiene pérdida porque está al lado. Si tenemos activa nuestra JR Pass podremos usarla sin problemas.
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Fushimi Inari-Taisha es uno de los principales santuarios sintoístas de Japón. Está dedicado a Inari, deidad que está considerada como protector de las cosechas, en especial del arroz, del sake, el té… Es, al igual que el torii de Miyajima y el bosque de bambú de Arashiyama, uno de los iconos más representativos de Japón.
Fue fundado en el año 711. Y lo que más llama la atención es la enorme cantidad de toriis que tiene uno tras otro, creando dos pasillos techados de unos 4 kilómetros. Todos esos toriis fueron donados por comerciantes para que Inari les fuera benevolente. Otra cosa que tienen los templos dedicados a Inari son esculturas de zorro porque esl mensajero de este dios. Por cierto, la visita es gratuita y el santuario está abierto siempre.
Nosotros, al ir con la peque no recorrimos los 4 km de toriis, aunque dicen que es una experiencia estupenda puede ser algo cansado hacer el recorrido porque los toriis van ascendiendo por el monte. Si vas con bebés o con niños pequeños, recomendamos acudir con mochila ergonómica porque con el carro es muy complicada la visita entre las escaleras que hay y la cantidad de gente que lo visita que suele ser bastante.
Una cosa que nos llama también la atención es que algunos rincones del santuario están adornados con unas placas de madera con forma de torii o con forma de zorro, donde los creyentes escriben sus promesas o peticiones.
Anduvimos un rato por entre los toriis antes de volver a la estación de tren para ir a Nara, que era la visita principal que haríamos ese día.
[su_box title=”Cómo llegar a Nara” box_color=”#ffc9a5″]
A 42 kilómetros de Kioto, se encuentra Nara, que fue antigua capital de Japón entre los años 710 y 784. Los templos y ruinas de Nara forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, desde el año 1998, formando el conjunto llamado Monumentos históricos de la antigua Nara.
Desde Inari hay un tren directo de la la JR Nara Line Local, pero lleva algo más de una hora llegar. Una opción más rápida (te ahorra unos 20 minutos) es coger la Jr Nara Line Local hasta Uji y allí cambiar de tren al JR Nara Line Rapid Service. Para este tren es válida la JR Pass.
Una vez en Nara se puede ir andando hasta donde se encuentran los monumentos. Es un trayecto de una media hora aproximadamente o coger en la parada 1 o 2 un autobús al salir de la estación, que en poco más de cinco minutos nos deja en la zona a visitar.
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Al llegar a Nara pasamos por la Oficina de Turismo. Nos atendió una viejecita encantadora que nos mostró en el mapa una ruta para ver los sitios que hay que visitar en Nara. Al ver que íbamos con la peque nos recomendó coger el autobús hasta el centro y luego hacer la vuelta andando. Y así hicimos.
Nada más bajar del autobús nos encontramos con los vecinos más famosos de Nara: los ciervos. Estos animales, al igual que los de la isla de Miyajima están más que acostumbrados a las personas. En principio, son inofensivos salvo que vean que tienes algo para comer: bien sea una galleta o incluso un plano, que se abalanzarán hacia el turista sin miramientos con tal de hacerse con el manjar en cuestión.
Por todo Nara, venden unas galletitas especiales para dárselas a los ciervos. Y puede ser una actividad divertida para los niños (y para los mayores si te gustan los animales, porque seguramente también disfrutarás dándoles de comer), aunque a Iris no le pareció demasiado divertido que digamos porque los ciervos la acorralaron cuando trataba de darles las galletas y le entró miedo.
Qué ver en Nara
Nuestra primera visita sería el Templo Todai-ji, que es uno de los más famosos de Japón. Fue construido en el año 752. Es un templo budista y en su interior se encuentra la estatua de buda (el Daibutsu) en bronce más grande de Japón. También el edificio en sí tiene otro récord: es el edificio de madera más grande del mundo.
En este templo había muchos escolares japoneses. Algunos de los pequeños trataban de pasar por un agujero que hay en la base del Buda porque según una leyenda todo el que pase por el agujero será bendecido. Como el agujero es más bien pequeño, solo los niños o personas muy delgadas pueden pasar por él.
Al salir caminamos por el Parque de Nara hasta llegar al templo Nigatsu-do, desde donde hay unas vistas estupendas de la ciudad de Nara. Aquí, además, había un pequeño restaurante y como ya las tripas rugían, decidimos parar a comer antes de continuar con las visitas. El precio, para estar en un sitio tan turístico, era muy bueno y la comida, estupenda.
Una vez más pudimos comprobar el acierto de llevar mochila ergonómica en lugar de silla de paseo porque encontramos muchas escaleras.
Proseguimos la visita por el Sangatsu-do el edificio más antiguo de todo el recinto y llegamos después a una zona del parquem, en lo alto del cerro, en la que había muchos más ciervos que en cualquier otro punto de Nara… Aunque Nara está lleno de estos animales. Aquí coincidimos con más escolares que se acercaron a Iris y empezaron a decirle ‘kawaii’. Iris estaba encantada con todos los niños japoneses. Le dieron más galletas para que se las ofreciera a los ciervos, y ahí empezó poco a poco a hacerse amiga de ellos.
De allí, tocaba ir hasta el Kasuga Taisha, monasterio sintoísta fundado en el S. VIII y que se caracteriza por tener un montón de farolillos de bronce y de piedra. Las lámparas solo se encienden dos veces al año, pero cuando nosotros fuimos en octubre no era ninguno de esos momentos. Se enciende el 3 de febrero y el 14 y 15 de agosto entre las 19.00 y las 21.00 horas. La entrada a este santuario es gratuita salvo que se quiera acceder al pasillo donde están los farolilos de bronce, pero desde fuera se pueden ver bastante bien.
Con esta visita emprendemos el retorno hacia la estación de tren que haremos andando porque por el camino hay otro sitio que queremos ver: el templo Kōfuku-ji. Este templo originariamente estaba en Kioto, pero se trasladó en el año 710 a Nara. Llama la atención sus dos pagodas, una de 3 plantas y otra de cinco plantas que datan de 1143 y 1426 respectivamente. Se supone que la pagoda de cinco pisos es la segunda más grande solo superada por el To-ji de Kioto.
Para volver a Kioto cogimos el JR Nara Line Rapid Service que cubre el trayecto en poco más de 50 minutos. Como al llegar ya era de noche y estábamos algo cansados, decidimos cenar en el McDonald’s de la estación para cambiar de comida y por Iris, que por aquel entonces le gustaban más las hamburguesas que la comida japonesa.
[su_note note_color=”#CABDAA” text_color=”#010101″]Gastos del día
- Desayuno: 742
- Imán en Inari: 480
- Entrada para ver el Buda gigante: 500 x 2= 1.000
- Comida en Nara: Soba con tempura y gambas y huevo + soba con pollo frito con huevo y arroz: 980 x 2 =1.960
- Imán en Nara: 430
- 2 coca colas + 2 pasteles en una calle que va a la estación: 860
- Cena en el McDonald’s: 2.137
- Paquete pañales para Iris en tienda junto a Yodobasi: 98
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Fushimi inari es un lugar precioso!! nosotros logramos subir, aunque entiendo que con la peque se hace difícil :S
Y los ciervos…ais pobre xD yo la entiendo eh!! con su tamaño y verte rodeada de semejantes bichos jajajaa
Buenos recuerdos…ais.
Un saludo!
Para la próxima vez sí que hacemos el recorrido!
Mari Carmen, como dice Verónica, Fushimi Inari es un lugar precioso. Las dos veces que hemos estado en Japón hemos ido.
La segunda, fuimos al caer la tarde y se vuelve un lugar mágico, ya que no quedan turistas casi, y te ves solo paseando ante los miles de Toriis. Es una experiencia inolvidable.
La pena es que las peques estaban ya muy cansadas de todo el día y no pudimos hacer el camino completo, pero la magia del lugar al anochecer valió mucho la pena.
Salu2
Me apunto el ir al atardecer para el próximo viaje a Japón! Aunque no se haga el recorrido completo, el lugar es increíble!
Que pasada de país!!! Me ha encantado la entrada. me imagino que Iris se sentiría fatal, a veces es mas bonito verlo que sentirlo, pobrecina.
Por cierto, no se bien el cambio, pero los pañales me han parecido muy baratos???
Un saludo
De precio los pañales están más o menos igual que en España.
Saludos
Uno de los lugares que están clavados en el mapa, como dices si o si. La foto de los faroles, muy chula!
¡Saludos!