El segundo día de nuestro viaje a Dublín con la niña era uno de los días más esperados para un cervecero como Gustavo porque iríamos a visitar la Guinness Storehouse, la fábrica de la popular cerveza negra irlandesa. Pero no sería la única fábrica que veríamos. También descubriríamos por dentro la Jameson Destillery, donde se fabrica el afamado whisky Jameson. Pero además, sería un día para recorrer las principales calles comerciales de la ciudad: O’Connell Street, Henry Street y Grafton Street, e incluso para ir al zoo con la peque.
DÍA 2
Un día más comenzamos desayunando en el Burguer King que está en O’Connell Street y que se encuentra a pocos pasos de nuestro alojamiento. Tras dar cuenta del desayuno, nos disponemos a recorrer O’Connell Street, la calle más importante de Dublín y que es la columna vertebral de la ciudad. Comienza junto al Puente de O’Connell, sobre el río Liffey y llega hasta Parnell Street. Es agradable pasear por O’Connnel Street. Tiene grandes aceras y muchos comercios.
Entre los monumentos que podemos encontrar en O’Connell Street, destaca sobre todo, The Spire, una peculiar aguja que tiene 120 metros de altura, lo que la convierte en el monumento más alto de Irlanda. The Spire no lleva toda la vida ahí. De hecho, en mi anterior viaje, hace 13 años, no estaba aún instalada. Se colocó con motivo del cambio de milenio, aunque llegó 3 años tarde, pues se inauguró en 2003.
Pero en O’Connell Street hay más edificios interesantes, como la Oficina Central de Correos de Dublín. Este edificio tiene una gran importancia histórica porque fue donde se proclamó la República Irlandesa, después de la Insurreción en 1916 -precisamente este año 2016 se cumple el centenario-. Es un edificio muy bonito por fuera.
Una de las calles que cortan O’Connell Street es Henry Street. Es peatonal y es también una calle comercial, con muchísimas tiendas. La recorremos andando durante un tramo.
De allí, nos dirigimos hacia Grafton Street, que es una de las calles peatonales más importantes de Dublín. Es también una calle comercial con muchas tiendas y pubs, y siempre suele estar bastante concurrida. Es un lugar de visita imprescindible. Esta calle culmina junto a uno de los parques más grandes de la ciudad: Stephen Green. Y justo al lado está Stephen Green Center Shopping, un pequeño centro comercial, que tiene una cúpula bastante chula. Por cierto, hay wifi gratis en él.
En esta ocasión no entramos en el parque porque nuestra intención es visitar la Casa Número 29, que es una casa georgiana de 1794 y donde se recrea la vida dublinesa en el siglo XVIII. Según la guía que llevamos, dice que su visita, aunque no es de las imprescindibles, puede resultar curiosa. Sin embargo, cuando llegamos está cerrada, porque en el libro no pone nada de que todos los años suele cerrar de mediados de diciembre a mediados de febrero. Como nuestro viaje es a finales de enero, nos encontramos con la casa cerrada.
A pocos pasos de la casa se encuentra Merrion Square, otro de los pulmones verdes de la ciudad. Rodeando el parque hay algunos sitios interesantes como las casas del Gobierno, el Senado, la Galería Nacional, el Museo Nacional de Arqueología o el Museo de Historia Natural. En nuestro viaje, finalmente no tendremos tiempo de visitar ninguno de estos museos, que por cierto, son gratuitos.
Las casas que rodean Merrion Square son casas de arquitectura georgiana con sus puertas de colores muy típicas y características de la ciudad. Y en el parque podemos encontrar la escultura de Oscar Wilde, uno de los escritores y poetas irlandeses más célebres. Por cierto, la casa de Oscar Wilde está justo enfrente del parque, en lo que ahora es una escuela de idiomas, la American Dublin College, que casualmente fue el lugar en el que estuve yendo a clase durante un mes hace unos años.
Pero antes de hacernos la foto con la casa, el parque es interesante para niños, porque tiene un playground -zona infantil- bastante chula, con cosas que recuerdan a Gulliver, el personaje que creó otro escritor irlandés famoso, Jonathan Swift-.
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Guinness Storehouse
Tras el rato de ocio de Iris, cogemos el bus turístico para dirigirnos hasta la Guinness Storehouse. Lo bueno que tiene este autobús es que te lleva hasta la puerta de la fábrica. Con la entrada, está incluida una audioguía, con lo que haces la visita a tu aire y en el idioma que elijas. Para coger las audioguías tienes que dejar un carné con foto, vale el DNI o el carné de conducir.
La visita a la fábrica es interesante no solo para los amantes de la cerveza. También los peques pueden disfrutar de la visita porque lo bueno que tiene es que todo se puede tocar. Por ejemplo, en la sala de la planta baja, se puede aprender sobre los ingredientes que se necesitan para hacer la cerveza y los peques podrán tocar los granos de cebada o el agua que procede de las montañas de Wicklow y que llega hasta la fábrica.
A lo largo de varias plantas se va descubriendo cómo es el proceso de fabricación de la cerveza negra más famosa del mundo. Todo se puede tocar. Te cuentan incluso cosas de la historia de la Guinness y de cómo se transportaba. También se hace un repaso a la historia de la publicidad de la cerveza.
La planta estrella de la fábrica para los amantes de la cerveza es la cuarta, porque es donde se hace la degustación de la Guinness. La degustación es guiada y te van explicando cosillas para que la experiencia sea del todo satisfactoria. Evidentemente, a los niños no les dan a probar la cerveza. Otro momento también interesante está en la Academy, donde se aprende a tirar una buena cerveza Guinness, y donde se podrá probar de nuevo la cerveza.
Con la entrada está incluida una pinta de cerveza Guinness o un refresco, en el caso de los niños o de los que no beban alcohol. La bebida la podrás consumir en la última planta donde está el Gravity Bar, un bar con unos ventanales enormes desde donde se puede contemplar toda la ciudad de Dublín a tus pies. ¡¡¡Las vistas son increíbles!!! Seguro que a los peques -y a los no tan peques- les gustará ver la ciudad en pequeñito desde las alturas.
Pero no es el único sitio donde podrás tomarte tu bebida gratuita. En la fábrica hay otros bares y restaurantes. Nosotros por ejemplo decidimos comer dentro, en el Brewers’ Dinner Hall, un restaurante autoservicio que hay en la quinta planta, y junto con la comida, nos pedimos nuestras bebidas gratis. Por cierto, la comida en el autoservicio estaba muy rica y a muy buen precio. Nos sorprendió que fuera barato comer ahí dentro. Pero nos pedimos unos platos del día para cada uno y nos salió muy bien. Además, los platos eran grandes, por lo que con dos platos, comimos los dos adultos y la niña.
Zoo
Tras la visita a la Guinness, llegó el momento de Iris, y nos acercamos al Zoo de Dublín. La chica de la oficina de turismo nos había recomendado el día anterior que la lleváramos.
Se encuentra en el parque Phoenix, el mayor pulmón verde de Dublín. Para llegar hasta allí volvimos a montar en los autobuses turísticos, que en su ruta circular, pasaban por allí.
El zoo no es muy grande, y menos mal, porque la verdad es que nosotros llegamos justo cuando es la última admisión. En enero, cuando estuvimos nosotros, la última hora de admisión es a las 15.30 horas, una hora antes de su cierre a las 16.30 horas. En verano, la hora de cierre es a las 18.00 horas.
Dimos una vuelta rápida por las diferentes zonas que tiene pero empezó a llover intensamente, y decidimos dar por finalizada la visita para ir al siguiente punto de la ruta planificada. Volvimos a montar en el autobús turístico para llegar hasta la Jameson Destillery.
Jameson Destillery
A decir verdad esta visita es un poco prescindible, sobre todo si has ido a la de la Guinness. Se hace en tour guiado en inglés de unos 45 minutos, en el que tras ver un vídeo sobre la historia, te enseñan cómo es el proceso de fabricación de este whisky y te explican que lo diferencia de sus competidores.
Como en toda visita a una fábrica, al final te ofrecen una degustación de un cóctel hecho con el whiskey Jameson, gengibre y lima, aunque antes se hace una cata de diferentes whiskies del mundo: escocés, americano y el irlandés Jameson. En verdad son diferentes y es así porque el Jameson tiene un proceso extra de destilación. Evidentemente a los niños no les da whiskey, pero tampoco ninguna otra alternativa… Digo yo que les podrían dar un zumo o un refresco, al menos, como en la Guinness.
En definitiva, me parece una visita un poco aburrida y salvo que te guste mucho el whiskey, no creo que la disfrutes.
Cena con música en directo
Para terminar el día teníamos intención de volver una noche más a Temple Bar a cenar en algún pub. Pero antes de acercarnos, quisimos pasar por el hotel, al que fuimos andando, a dejar algunas cosas que habíamos comprado y al llegar, vimos que en el restaurante que está bajo el hotel había música en directo del festival TradFest… Así que la decisión estuvo clara: probaríamos la cena del pub del hotel mientras disfrutábamos de música en directo.
El pub estaba llenito y conseguimos mesa de casualidad. La cena fue muy agradable con la música de fondo. También nos gustó que tenían un menú de niño a muy buen precio (7,95€) y que incluía bebida y postre.
[su_note note_color=”#CABDAA” text_color=”#010101″]Gastos del día
- Desayuno en el Burguer King: 11,85 €
- Comida en la Guinness Storehouse: 2 platos de estofado: 23,90€ + tarta y café: 5€
- Merienda en cafetería enfrente de la Jameson Destillery: brownie + tarta de chocolate + plátano + botella de agua: 16€
- Cena en el pub del hotel: menú de niños + costillas a la barbacoa pequeñas + parillada + cerveza + botella de agua grande: 45,85 €
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Nos apasionó Dublin, en nuestra visita a la Guinness, hicimos cola para que nos explicasen como se tira y conseguir así un título. A partir de entonces, me ge hecho un poco “mala” y cuando pido una observo si lo hacen bien. Hasta la fecha, no he tenido problemas 😉
Completo recorrido chicos, a nosotros nos faltó el zoo, no nos gustan demasiado. Pero yendo con niños es diferente.
Un saludo
Carmen